Muchos sienten que el discipulado es para los profesionales. “No creo que soy capaz de discipular a alguien, pero sí necesito ser discipulado”. Aunque sabemos que hay personas de diferente niveles de madurez espiritual, la Palabra de Dios no pone un requisito de cierto nivel de madurez para poder hacer discípulos. Al contrario, asume que todos —sin importar su nivel de madurez— estarán involucrados en el crecimiento espiritual de los demás.
¿QUÉ NECESITAMOS PARA DISCIPULAR?
Si no necesito alcanzar un nivel de madurez primero para discipular a otra persona, ¿qué necesito?
Pablo dice en Romanos 15:14, “En cuanto a ustedes, hermanos míos, yo mismo estoy también convencido de que ustedes están llenos de bondad, llenos de todo conocimiento y capaces también de amonestarse los unos a los otros”.
El concepto de amonestarse los unos a los otros es un sinónimo para discipular. Discipular significa estar involucrado en la vida de otras personas con el fin de ayudarles a crecer en santidad, y que también ellos estén involucrados en nuestra vida para ayudarnos a crecer en santidad. En otras palabras, estamos ayudando a otras personas a mejor seguir a Jesús y ser como Él.
Cuando vemos la Palabra de Dios entendemos que no hay una persona humana que nos puede dar victoria sobre el pecado, o que nos pueda conceder el deseo de vivir en santidad. Sin embargo, vemos la importancia de tener a otras personas en nuestra vida quienes nos ayudan a cumplir ambas cosas a través de dos acciones:
1. Luchar contra el pecado (identificando nuestros ídolos y la raíz del pecado)
2. Recordar la verdad (identificándonos en Cristo y la verdad del evangelio y la Biblia)
A la medida que otras personas en nuestra vida que nos ayuden a hacer esto, nos pareceremos más y más a Jesús. La razón por la que Pablo dice que tenemos todo lo necesario para vivir en este mundo es porque todos los cristianos tenemos (1) el Espíritu Santo y (2) la Palabra de Dios.
Todos los cristianos tienen el mismo Espíritu Santo. El Espíritu Santo se encarga de identificar y convencernos de nuestro pecado (Juan 16:8-11, 13), y darnos el poder para decir “no” al pecado (Gal. 5:16), con el fin de ser como Jesús (Juan 16:14-15). Esto significa que cuando dos o tres cristianos se reúnen para identificar su pecado, allí esta el mismo Espíritu Santo, impulsándoles hacia la santidad.
Todos los cristianos tienen la misma Palabra de Dios. La Palabra de Dios es util “para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Tim. 2:16-17). Esta Palabra “es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón”. Esto significa que cuando dos o tres cristianos se reúnen y leen la Palabra de Dios, esta misma Palabra, viva y eficaz, guía a todos hacia la misma verdad.
Intencionalidad
Los dos elementos mencionados son los que todo cristiano ya tiene. No tiene que hacer algo para tenerlos, es parte de la vida cristiana. Sin embargo, el cristiano que tiene el espíritu y la Palabra tiene que aprender a ser intencional con su hermano en Cristo. Muchos de nosotros hemos pasado tiempo en nuestras iglesias pensando “¿cuándo me van a invitar a un disimulado?” O “¿quién va a animarme a mi en la fe?” Es muy fácil esperar que alguien más sea intencional con nosotros, es muy difícil ser intencionales con alguien más.
Este paso es mucho más sencillo de lo que parece. A todos nos gusta comer o tomar cafe. Te quiero animar a simplemente invitar a otro cristiano a tu casa a comer o salir a tomar un cafe. El fin de esto es simplemente conocerse. Aprende de su vida, su historia, su matrimonio, su trabajo, su trasfondo etc. En medio de esa conversación puedes hacer algunas de las siguientes preguntas que te pueden llevar a poder profundizar tu relación con Dios con alguien más.
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- Cuéntame tu historia, ¿cómo llegaste a ser cristiano?
- ¿Qué te ha estado enseñando Dios últimamente?
- ¿Qué has aprendido de las últimas prédicas en la iglesia?
- ¿Qué retos particulares a tu fe enfrentas en tu trabajo?
Aún si no usas estas preguntas, con simplemente conocer a alguien, pedir que el Espíritu te guíe, y tener la Palabra de Dios presente en tu mente, vas a ver oportunidades a animar y estimular a otros en la fe. El discipulado no es tan complejo como lo hemos hecho. Adicional a eso, tenemos todos los recursos que necesitamos para hacerlo en el Espíritu Santo y la Palabra de Dios. Sin embargo, sí requiere un poquito de intencionalidad de nuestra parte para extendernos y conocer a alguien más.